domingo, 12 de junio de 2011

Mario Papá, de Matador a Papá y al Nono





Un personaje super influyente en nuestra casa es Mario papá, o sea mi esposo.  Parece increíble que hayamos cumplido 35 años de casados.
En la época en que mis suegros vivían en mi casa, como había 3 Marios y no sólo 3 Marios, sino 3 Mario César, mi suegro pasó a llamarse Mario, mi primogénito, que en esa época tenía 8 ó 9 años, Mario César y Mario Papá, es decir mi querido esposo, era Marito.  Era muy gracioso cuando cualquiera de los tres respondía al llamado de su nombre, por las voces gruesas que siempre han tenido los varones de la familia Ampuero.
Cuando lo conocí, hace ya como 40 años, era un matador, un conquistador de esos de antología.  Levantaba una ceja para mirar a las chicas y era el líder de su grupo.  Una de mis amigas me preguntaba por qué a mí siempre me tocaba ser "la chica del líder". 
Nos enamoramos perdidamente y parábamos por todos lados haciendo locuras.  La verdad que, en retrospectiva, éramos unos chibolos medio locarios y aventureros, pero nos acompañábamos en todo momento.
Cuando llegaron los hijos Mario me sorprendió... el loquito derramaba besos y amor todo el tiempo, a mí y a sus hijos, hasta que crecieron.  Seguía besucón y amoroso pero también se volvió celoso y renegón.  El era el que controlaba los permisos, sobre todo los de María Fernanda.  Con su hija, que dicho sea de paso es su clon en mujer, sacó a relucir todo su machismo latino.  Tiempos difíciles y uno de los principales motivos de todas nuestras peleas.  Yo siempre estaba al centro, entre las dos fuerzas combatientes.
Mario es el eje de nuestras vidas.  Generalmente abusamos bastante de él y se queja pero, como nos adora, sigue permitiéndolo.  Con los chicos tiene una comunicación increíble, habla y se pelea, pero siempre se comunica.  Conmigo han habido épocas y épocas.  Visicitudes, dificultades, peleas, amor loco, pero seguimos juntos y en este momento estamos recontra unidos.
Me olvidaba de la etapa actual de su vida, se ha convertido en un abuelo que adora a la nieta, a Taís, que cuando vivía en la casa, lo primero que hacía al despertarse era buscar al Nono.

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